sábado, 24 de abril de 2010

Mi vida simple. Part uan.

Hoy voy a copiar a Barbi y a Pétalo en la idea. Llevo un día de lo más tranquilito y sólo escucho los pajaros que se dedican a juguetear entre los árboles del jardín, así que la calma me llama, y voy a hablar sobre lo que pretendo que sea mi vida, tiene cosas realistas porque aunque me encanta soñar sé que no todo es posible y prefiero ponerme metas que poder cumplir.

Termino la carrera y comienzo un trabajo en una gran ciudad de España, una ciudad costera como Barcelona o San Sebastián. Se trata de lo que siempre he querido, soy Ingeniero de Caminos y me tratan como tal en mi puesto. Me he especializado en Estructuras y cuando tenga tiempo haré un par de años que me concederán la especialidad de Transportes también.

A mi casa se llega a través de una carretera secundaria, vivo en un pueblecito del estilo de "El doctor Mateo" y trabajo en mi despacho, un par de veces por semana voy a la ciudad con mi BMW X5 de color blanco. Es una casona que hemos diseñado entre Die y yo, con grandes cristaleras que den al mar, justo debajo tenemos una pequeña e íntima cala y el sonido de las olas nos hace dormir más y mejor.

Nuestro dormitorio es inundado por el blanco y el marfil, tenemos una cama enorme y una coqueta para cada uno, a la derecha la mía, su parte es la izquierda. Un baúl en los pies de la cama guarda mantas para los pocos días de invierno. Tenemos baño en la habitación, un jacuzzi para relajarnos. Los azulejos son azul verdoso tirando a turquesa, combinados con blanco, el espejo es grande y la ventana deja pasar demasiada luz. Tenemos una terraza decorada con dos sillones de mimbre y cojines cómodos y  blanditos, del mismo color de las cortinas. En ellos yo leo y Diego simplemente observa la naturaleza, mirándome de vez en cuando y regalándome besos. Las vistas desde allí: el mar y un par de peñascos a lo lejos. Si se aburre se baja al jardín a podar, es él quien cuida las flores y la piscina. 

Mi despacho está justo al lado de la habitación y la terraza llega a él desde el exterior. El suelo es de madera oscura, al igual que los muebles. Una mesa enorme está inundada con mis planos, mis cálculos y mi ordenador. A mano tengo una minicadena increíble que deja sonar todos los cd's que colecciono en varias estanterías, música española, italiana y francesa, de los años 80 sobre todo. Tengo otras para acumular libros y libros que devoro entre desayunos, siestas y atardeceres. Una alfombra blanca le da más claridad a la habitación en la que paso mis mañanas mientras Die está trabajando. Ha terminado Ciencias Ambientales e intenta convencer a grandes empresas de lo perfectas que son las energías renovables, nuestra casa ya las usa. 

La parte de abajo de la casa está conformada por una bodega donde nos reunimos con los amigos cuando el mal tiempo no nos permite disfrutar del aire libre, y una sala de juegos donde Die simplemente desconecta: billar, videoconsolas y una gran televisión que ve en el sillón de cuero blanco donde nos suele llamar la pasión. Yo bajo de vez en cuando para tocar la primera guitarra que él me regaló, Pitufina la hemos llamado. Como se ve, cada uno tenemos nuestro propio espacio aunque casi siempre lo compartamos. No tenemos garaje, hemos hecho un hueco en el jardín con suelo de pizarra y bordeado con piedras de la playa al que se llega desde la puerta corredera de la calle.

En el piso del medio están el salón y la cocina, además de una habitación de invitados y un baño. El salón lo utilizamos para cenar allí cuando el día se ha apagado y charlar acerca de nada, no me canso de escucharlo. También solemos ver películas, una cada noche, Die es cinéfilo y no deja de sorprenderme con todos sus descubrimientos. A veces me pone documentales de "Ingeniería extrema" y programas por el estilo. Está decorado a lo rústico y no pega con el resto de la casa. Una chimenea debajo de un cuadro precioso nos da calor aunque casi no es necesaria.

Antes de tener niños nos decidimos por un perro. Yo quiero un Bethoven gigante pero él prefiere un Pastor Alemán. Lo echamos a suertes y al final gano yo. Tiene una caseta preciosa para él solito pero siempre nos convence con sus lloros y termina durmiendo en la alfombra de la entrada o a los pies de nuestra cama, ya nos hemos acostumbrado a sus ronquidos.

Ains, rezo para que mi vida sea así de verdad...


2 cosas a objetar:

Pétalo dijo...

Que guay! Me mola! Pero mi caipirinhedo me mola más!! Hay alcohol y no hay que trabajar!

Burbu dijo...

el alcohol está en una estantería de la cocina...otra del salón...y otra de la sala de juegos...y sino siempre puedo ir a visitarte xDD

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